Los trastornos de adaptación pueden manifestarse de manera diferente según la persona, pero normalmente afectan a cómo uno se siente, lo que piensa de sí mismo, del mundo y del futuro. Algunos síntomas habituales podrían ser: sentirse triste, desesperanzado, llorar a menudo, sufrir alteraciones en el sueño, el apetito, la apetencia sexual, dejar de disfrutar de las cosas y actividades que antes eran fuente de satisfacción, dificultad para concentrarse, sensación de sentirse abrumado, etc.
Algunos ejemplos son:
Los tratamientos para los problemas adaptativos o psicosociales están dirigidos a mejorar la capacidad de la persona para afrontar los sucesos vitales estresantes que han desencadenado el trastorno.
Para ello, se diseña un programa individualizado de entrenamiento en habilidades de afrontamiento, en función de las necesidades de cada persona. Este tratamiento puede incluir, entre otras, técnicas de relajación, técnicas cognitivas, entrenamiento en asertividad, habilidades para la organización del tiempo, etc.