Los trastornos de adaptación pueden manifestarse de manera diferente según la persona, pero normalmente afectan a cómo uno se siente, lo que piensa de sí mismo, del mundo y del futuro. Algunos síntomas habituales podrían ser: sentirse triste, desesperanzado, llorar a menudo, sufrir alteraciones en el sueño, el apetito, la apetencia sexual, dejar de disfrutar de las cosas y actividades que antes eran fuente de satisfacción, dificultad para concentrarse, sensación de sentirse abrumado, etc.